Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio

Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio (Self Help and Mutual Aid)

El programa de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio, que formó parte de las iniciativas de la Administración de Programas Sociales, operó aproximadamente de 1941 a 1960, cuando según la planificadora Lucilla Fuller Marvel, tuvo su momento óptimo.[1] El programa, que comenzó en el Departamento de Agricultura y eventualmente fue incorporado al Departamento de la Vivienda, se revivió en la década del 70 de manera muy breve y se eliminó definitivamente en 1996. 

Luis Rivera Santos señala que el programa se creó como parte de un reconocimiento de que el problema de la vivienda era complejo y que ni el gobierno ni la empresa privada tenían la capacidad de lidiar de manera separada con un panorama de gran magnitud como el que enfrentaban.[2] La premisa que sostenía el programa era la idea de que un mejoramiento en la calidad de vida de la población -tanto rural como urbana- dependía de la participación y el esfuerzo de las familias con necesidades.[3] El objetivo y el método era promover la organización comunitaria para que las familias pudieran trabajar en su mejoramiento y fueran “los artífices de su propio destino”.[4]

P.B. Váquez Calcerrada, quien fue director ejecutivo de la Administración de Programas Sociales, presentó un trabajo minucioso ante el Congreso Mundial de Planificación y Vivienda que se llevó a cabo en 1960 en San Juan de Puerto Rico.[5] Allí explica que la política pública cambió significativamente sus premisas y filosofía: pasaron de tratar al problema de la vivienda como un problema individual -que se resolvería según la capacidad económica de las personas- a una filosofía que veía el problema de la vivienda como uno de toda la sociedad y que a su vez provocaba otros problemas y dilemas morales, económicos, culturales y de salud, que afectaba directamente la vida en comunidad.[6] De ahí que se adoptara un enfoque de “acción comunitaria”, mejor conocido como “esfuerzo propio y ayuda mutua” y que respondía a un Plan de Acción Comunitaria.[7]

Para Vázquez Calcerrada el logro más importante de este proyecto era lograr la integración y cooperación en la comunidad: “based on the awareness of their needs, the neighbors themselves have determined, on a priority basis, which aspect of the improvement of the community they which to undertake. With due orientation, guidance and technical direction, the families have solved many of the numerous problems that beset them. Of a long list of achievements a few are mentioned: construction of community centers, classrooms, lunch rooms, children’s breakfast stations, privy, streets repairs and pavement, maintenance of athletic parks and many others”.[8]

Lo cierto es que el programa suponía ser intensivo en términos de inmersión, educación y entrenamiento. El personal de la Administración de Programas Sociales que se destacaba en cada comunidad incluía sociólogos rurales, especialistas en mejoras al hogar, trabajadores sociales, educadores en salud y agrónomos y funcionaba inmerso en la misma política pública de la Ley de Tierras, en específico su Título V.[9] Recordemos que la Ley de Tierras disponía para la creación de un Plan de Desarrollo de la Junta de Planificación con la cooperación de otras agencias. La Administración de Programas Sociales, creada en 1948, tenía la responsabilidad técnica y administrativa de reubicar en las áreas rurales a los llamados agregados, mediante la creación de comunidades rurales.[10] Con este objetivo se dividían lotes de ¼ de acre y se otorgaban mediante usufructos perpetuos. El número de parcelas entregadas en una comunidad rural era de entre 75 a 500 y las parcelas eran de .25 a 3 cuerdas.[11] En 1959, 50,000 familias habían sido reubicadas en 287 comunidades rurales, en las cuales había aproximadamente de 100 a 500 familias.[12]

En términos urbanos, se dispuso para la creación de urbanizaciones de facilidades mínimas. Este programa se estableció en 1954, autorizado bajo la Resolución Conjunta Número 14 aprobada el 1ro de julio de 1953. En la zona urbana, según datos de Rivera Santos, un 20% de las familias vivían en fincas grandes pertenecientes a dueños privados.[13] El objetivo del proyecto en las áreas urbanas era detener el crecimiento de arrabales, ofrecer lotes gratuitos tanto a las familias que emigraban de lo rural a lo urbano como a los que ya habían ocupado áreas de la ciudad que no cualificaban para vivienda pública. Los servicios y facilidades mínimas consistían en la construcción de viviendas y la provisión de agua, electricidad y calles. Según Rivera Santos, para 1959 se llegaron a distribuir 4,000 lotes en veinte municipios.[14] Según datos de Vázquez Calcerrada se construyeron 626 unidades.[15] Las casas en estas áreas urbanas eran de 20’ x 30’ y de tres cuartos.[16]

Plano Urban House de Ayuda Mutua en libro Rivera Santos

¿En qué consistía la ayuda mutua y el esfuerzo propio en la construcción de hogares?

Rivera Santos detalla el proceso que básicamente consistía en que un grupo de familias se organizaban con el propósito de mejorar sus casas y recibían entrenamiento básico para hacer sus bloques. Se le proveía una máquina para construirlos y se le instalaba. Éstos a su vez tenían la responsabilidad de construirlos sin supervisión y posteriormente se le ofrecía entrenamiento para construir la casa. Las familias interesadas cooperaban entre ellas mediante grupos de trabajo para hacer tanto los bloques como las casas ya fuera de manera individual o en grupos. Para el gobierno proyectos como este constituían una forma de experimentar si había disposición de las familias en construir sus hogares mediante su propio esfuerzo una vez se le proveía ayuda y entrenamiento.[17]

La metodología empleada consistía en discutir un plan general con las familias en grupos grandes y en círculos de estudio para grupos pequeños. Las reuniones se hacían en los patios o calles. Luego de discutir el plan, se hacían entrevistas a los participantes y los que solicitaban se comprometían con el proyecto (el compromiso era de honor). Los seleccionados debían cumplir con los siguientes requisitos: (1) ser jefe de familia; (2) vivir con su esposa e hijos en una parcela o lote cubierta por el Título V de la Ley de Tierras; (3) tener una casa en malas condiciones; (4) tener ideales cooperativos y un récord de cooperar con sus vecinos para el mejoramiento de la comunidad; (5) ser honorable y tener reputación de buen empleado; (6) tener buena conducta; (7) estar física y mentalmente saludable y hábil para hacer el tipo de trabajo requerido; (8)tener deseo de aprender (se detalla que la construcción de casas de cemento era un nuevo trabajo para la mayor parte de las familias rurales); (9) tener deseo de mejorar sus estándares de vida a través de su propio esfuerzo; (10) tener medios económicos para pagar la deuda en la que incurrirá al construir la casa; (11) Ser miembro activo de la Sociedad de Ahorros; (12) ser participante activo en las actividades para el mejoramiento de la comunidad; (13) ser un hombre de palabra (se detalla que esto es necesario porque el contrato no era por escrito; (14) acordar el derrumbe de su casa cuando la nueva sea completada y construir la cocina, puertas y ventanas de la nueva casa con material reusable (se detalla que esto era para prevenir que hubiese dos casas en un mismo lote); (15) aceptar trabajar los días estipulados hasta que se completara el proyecto; (16)acudir a todas las reuniones del proyecto (se detalla que si eso no era posible, la esposa debía asistir en su lugar).[18]

Además,  el acuerdo incluía el compromiso de trabajar personalmente y sin compensación desde el inicio hasta el final y cada familia debía trabajar un mínimo de dos días a la semana, debían seguir el plan diseñado, usar los materiales, construir las casas por etapas, aceptar la supervisión técnica y contribuir con un pronto de $20.00 al principio y $20.00 al final. También pagar una mensualidad el préstamo de la Administración desde la entrega de la casa.[19]

Se tenía un mínimo de tres reuniones con las familias a lo largo del proceso.[20] Las entrevistas iniciales para quienes solicitaban las hacía una trabajadora social. Se hacía luego un Comité de Vivienda que era el enlace entre la comunidad y la oficina central. También se hacían unidades de trabajo para ubicar a las personas en grupos de su preferencia.[21] Las casas finalizadas fluctuaban entre un costo de $300 a $350.00. Asimismo, debido a la dificultad de las familias de ahorrar para el pronto, se fomentó una Sociedad de Ahorro que tenían a su vez comités con representación. “Desde 1956 cuando se organizaron las Sociedades de Ahorro el número se mantuvo alto” y cuando cumplieron su propósito se generaron otras organizaciones con el mismo objetivo de ahorro.[22] Al finalizar el proyecto se hacía una inauguración comunitaria y se les otorgaba un certificado a los participantes.[23]

Certificado de participación Ayuda Mutua libro de Calcerrada

Comunidad San José en Toa Alta

La comunidad que sirvió como ejemplo y modelo fue la de San José en Toa Alta, en el precinto conocido entonces como Media Luna donde había 141 familias “aisladas”, todas familias agregadas a las que se le repartieron parcelas en 1946.[24] Según los cuestionarios recopilados en la propia comunidad y sobre los cuales se diseñaría el modelo, dos terceras partes de las familias tenían capacidad financiera para un pronto y también podían contribuir con materiales para construir las casas.[25]  El modelo de plano de la comunidad que Rivera Santos muestra de la comunidad la ilustra  contigua a la central azucarera, con un parque de juego, un área para comercio, iglesia, escuela, salón de almuerzo escolar, una cooperativa de consumidores y estación de la policía.[26]

Plano comunidad rural San José en Ayuda Mutua libro Rivera Santos, p 14

Es de notar que las viviendas eran construidas sobre terrenos que se habían otorgado en usufructos y que Vázquez Calcerrada menciona este aspecto como uno positivo porque implicaba seguridad en la posesión, algo que según él les daba ventaja “sobre otros grupos que, al no tener títulos de su propiedad, hacía necesario investigar el título de cada solicitante”, es decir, en este momento el elemento de seguridad en la tenencia no era equiparado con tener el dominio del suelo.[27]

Por su parte, el modelo urbano se implantó en el Proyecto Hoare en Santurce y se desarrolló con 35 familias del arrabal y se hizo en coordinación con la Autoridad de Hogares de San Juan y la CRUV. Las familias pagaron 7 dólares mensuales por 20 años sin interés. Cada lote de aproximadamente 260 metros cuadrados tenía un costo de $1,250.[28] Uno de los modelos implantados fue el de el residencial San José en Río Piedras, que, como explica la arquitecta Luz Marie Rodríguez, contó con el diseño de Henry Klumb que proveyó para un diseño diverso que incluía el que familias pudieran traer sus casas del arrabal o construirlas nuevas.[29]

Vecinos_del_CaserÃo_San_JosÃ_construyendo_bloques_para_sus_casas_en_proyecto_de_ayuda_mutua_y_esfuerzo_propio (1)

[Vecinos del Caserío San José construyendo bloques para sus casas en proyecto de ayuda mutua y esfuerzo propio] El Mundo, 20/enero/1953, p. 7. Texto en el reverso: Levantan sus propias casas durante horas libres en el Caserío San José.

Mapa de comunidades rurales bajo programa de Ayuda Mutua, libro de Calcerrada

Vázquez Calcerrada, P.B. Housing in Puerto Rico under the Mutual Aid and Self-Help Program. San Juan, P.R.: International Federation for Housing and Planning, Interamerican Planning Society, Commonwealth of Puerto Rico, 1960. (289 comunidades Rurales establecidas para 1959 con más de 49,000 familias)

Para Rivera Santos, algunas de las dificultades del momento eran la falta de entrenamiento para las destrezas necesarias, relaciones humanas, materiales de construcción, transportación, costos de supervisión, unidad en la acción comunitaria, dificultad de que los proyectos se mantuviesen debido a la necesidad de las familias de trabajar, problemas económicos por falta de acceso para los trabajadores agrícolas.[30]

La planificadora comunitaria, Lucilla Fuller Marvel, en su libro Listen to what they say, explica con entusiasmo lo que significó el proyecto tanto para el país como para la región. Para ella este “experimento” fue uno de los más exitosos y “dejó un legado” porque estableció un modelo colaboración participativo entre el gobierno y la comunidad.[31] El proyecto fue emulado conceptual y metodológicamente en iniciativas a nivel internacional y global como es el caso de los proyectos de Habitat for Humanity, vigentes hoy en día.[32] Mediante el programa de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio para 1966 se habían construido más de 28,390 casas.

casa urbana de ayuda mutua Pag 33 del libro de Luis Rivera Santos de 1959 sobre Self-help program

Rivera Santos, Luis. Aided Self-Help and Mutual Aid: A new Approach to Low Cost Housing in Puerto Rico. Río Piedras: Puerto Rico Housing Research Board, 1959.

Reglamentos:

OJO: Había un Manual para la organización de proyectos pilotos de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio (Interamerican Center in Housing and Planning, Bogotá 1953. Luis Rivera Santos, Enrique Bird, Lorenzo Muñoz y Emilio Dávila.

1989: Reglamento 3941 para Reglamento para regir el Programa de Viviendas a bajo costo mediante el sistema de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio (Administración de Vivienda Rural del Departamento de la Vivienda)

Deroga:

1976: Reglamento para regir el Programa de Viviendas a bajo costo mediante Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio de la Administración de Programas Sociales del Departamento de la Vivienda. Núm. 2167 de 27 de octubre de 1976.

Deroga:

1969: Reglamento 1286 para regir el Programa de Viviendas a bajo costo de la Administración de Programas Sociales del Departamento de Agricultura de 14 de noviembre de 1969.

Deroga:

1957: Reglamento Núm. 0354 para el Programa de Viviendas a bajo Costo de la Administración de Programas Sociales del Departamento de Agricultura y Comercio de 26 de septiembre de 1957

Notas:

[1] Lucilla Fuller Marvel, Listen to What They Say, ed. La Editorial y Universidad de Puerto Rico, First Edition (San Juan, P.R: La Editorial, Universidad de Puerto Rico, 2008), 93.

[2] Luis Rivera Santos, Aided Self-Help and Mutual Aid: A new Approach to Low Cost Housing in Puerto Rico (Río Piedras: Puerto Rico Housing Research Board, 1959), 17.

[3] Rivera Santos, 17.

[4] Rivera Santos, 17.

[5] P.B. Vázquez Calcerrada, Housing in Puerto Rico under the Mutual Aid and Self-Help Program (San Juan, P.R.: International Federation for Housing and Planning, Interamerican Planning Society, Commonwealth of Puerto Rico, 1960).

[6] Vázquez Calcerrada, 2.

[7] Vázquez Calcerrada, 3.

[8] Vázquez Calcerrada, 5.

[9] Vázquez Calcerrada, 5.

[10] Vázquez Calcerrada, 4.

[11] Vázquez Calcerrada, 4.

[12] Rivera Santos, Aided Self-Help and Mutual Aid: A new Approach to Low Cost Housing in Puerto Rico, 13.

[13] Rivera Santos, 9.

[14] Rivera Santos, 30.

[15] Vázquez Calcerrada, Housing in Puerto Rico under the Mutual Aid and Self-Help Program, 30.

[16] Rivera Santos, Aided Self-Help and Mutual Aid: A new Approach to Low Cost Housing in Puerto Rico, 33.

[17] Rivera Santos, 17.

[18] Vázquez Calcerrada, Housing in Puerto Rico under the Mutual Aid and Self-Help Program, Apéndice 8.

[19] Vázquez Calcerrada, 9.

[20] Vázquez Calcerrada, 17.

[21] Vázquez Calcerrada, 19-20.

[22] Vázquez Calcerrada, 28-29.

[23] Vázquez Calcerrada, Apéndice 11.

[24] Vázquez Calcerrada, 6.

[25] Vázquez Calcerrada, 8.

[26] Rivera Santos, Aided Self-Help and Mutual Aid: A new Approach to Low Cost Housing in Puerto Rico, 14.

[27] Vázquez Calcerrada, Housing in Puerto Rico under the Mutual Aid and Self-Help Program, 16.

[28] Vázquez Calcerrada, 30.

[29] Luz Marie Rodríguez, «Crono-bravario de un dilema inconcluso de la vivienda asequible», Revista Entorno. Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico Año 7, n.o Volúmen 2 (2012): 17.

[30] Rivera Santos, Aided Self-Help and Mutual Aid: A new Approach to Low Cost Housing in Puerto Rico, 19.

[31] Fuller Marvel, Listen to What They Say, 93.

[32] Fuller Marvel, 94-95.

Advertisement